La conmemoración del 'movimiento del 22 de marzo' de 1968, precursor de la revuelta estudiantil que dos meses después paralizó Francia y se exportó a todo el mundo, marca el inicio de los actos por el 40º aniversario de aquel mayo francés.
Un centenar de libros, estudios, actos universitarios y reportajes de televisión comienzan a recordar una fecha con sonoridad mítica y romántica que a pesar del paso del tiempo sigue provocando controversia en la sociedad francesa.
Menos conocida que la revuelta de la parisiense universidad de la Sorbona, la agitación de la de Nanterre, al norte de la capital, encendió la mecha de la protesta que la historia conoce como "mayo del 68".
El movimiento del 22 de marzo estuvo protagonizado por algunos de los líderes del levantamiento estudiantil que posteriormente llevaron sus reivindicaciones a la Sorbona.
Es el caso de Daniel Cohen-Bendit, 'Dani el rojo', actual líder de los Verdes en el Parlamento Europeo y cabeza visible de la revuelta estudiantil de hace 40 años.
Involucrado desde muy joven en los movimientos asociativos, Cohen-Bendit, un estudiante de origen alemán, provocador anarquista, que estudiaba en la universidad de Nanterre, se convirtió en el primer icono del levantamiento.
La reivindicación originaria era tan simple como acabar con la separación entre chicos y chicas en los campus, una reclamación que, junto a la protesta contra la guerra de Vietnam y el malestar creciente contra el capitalismo, cohesionó a los estudiantes que abarrotaban las universidades tras el 'baby boom' posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Tras varios meses de protestas y manifestaciones, el 22 de marzo de 1968 un grupo de estudiantes ocupó los edificios administrativos de la universidad de Nanterre, en cuyos muros pintaron los primeros lemas que dieron repercusión a la revuelta.
'No a la universidad burguesa', clamaban los contestatarios, que pedían la liberación de un grupo de compañeros arrestados por manifestarse contra la guerra de Vietnam.
La mecha de la revuelta estaba encendida y la reacción de las autoridades, que cerraron el campus de Nanterre, la amplificó.
Lejos de callar, los estudiantes de Nanterre llevaron su movimiento a la Sorbona, donde obtuvieron toda la repercusión de la centenaria institución.
'Dani el rojo' fue expulsado de Francia, una decisión que enfadó todavía más a los estudiantes, que tomaron al asalto el anfiteatro de la universidad.
El 3 de mayo, las fuerzas del orden desalojaron la vetusta institución y la protesta se trasladó al barrio latino.
Las imágenes de la represión conmovieron a los franceses y, días más tarde, los sindicatos convocaron una huelga general.
La protesta se extendió por las calles de casi todas las ciudades y muchas fábricas fueron ocupadas, lo que paralizó el país durante casi un mes.
El movimiento tuvo una repercusión mundial y las reivindicaciones de los manifestantes hicieron temblar muchos de los fundamentos de la sociedad de aquellos años y sirvieron para otros movimientos contestatarios.
El debate sobre mayo del 68 sigue vivo en Francia, sobre todo después de que el presidente, Nicolas Sarkozy, basara parte de su campaña electoral para conquistar el Elíseo en el combate de las ideas de aquel movimiento y su herencia.
"Hay que liquidar 'mayo del 68'", clamó el entonces candidato conservador, adalid de la "cultura del esfuerzo y del mérito", del "respeto a la autoridad del maestro", principios que habían combatido los estudiantes de la revuelta.
El debate se ha trasladado a las librerías con casi cien títulos que repasan aquellos meses, algunos de ellos firmados por protagonistas directos, como el propio Cohen-Bendit, el filósofo André Glucksmann o el ex líder maoísta Alain Geismar.
'Mayo'68, la gran estafa', de Gérard Gachet, encabeza el puñado de obras críticas con el espíritu nacido en aquel movimiento.
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