martes, 10 de febrero de 2009

LA ARTISTA DEL SOMBRERO DE FRUTAS, CARMEN MIRANDA, CELEBRA EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

Debajo del sombrero de frutas más famoso de la historia del cine se escondía una pequeña mujer mucho más frágil de lo que sus canciones y bailes reflejaban: Carmen Miranda, la brasileña más universal, que sin embargo nació en Portugal un 9 de febrero de hace cien años.

Una mujer que se casó con el único hombre que le pidió en matrimonio, que luchó contra su familia para llegar a ser artista y que sufrió de una terrible dependencia de los fármacos, oscuras facetas de la personalidad de quien, a pesar de morir con sólo 46 años, llegó a ser la artista mejor pagada de Hollywood.

Con apenas 1,52 centímetros de estatura y subida de forma casi permanente a unos zuecos con plataforma de corcho de 20 centímetros, Carmen Miranda conquistó a Hollywood desde el momento en el que atracó en el puerto de Nueva York.

Su acento le marcó

Con un puñado de palabras en inglés, mal pronunciadas, se ganó de forma instantánea el favor del público americano, como destaca uno de los documentales más exhaustivos sobre su vida: Carmen Miranda: Bananas Is My Business, dirigido en 1995 por Helena Solberg.

"I say mónei, mónei, mónei. I say mónei, mónei, mónei and I say hot dog. I say yes, I say no. I say mens, mens, mens" fueron las palabras que María do Carmo Miranda Da Cunha, de 30 años, pronunció a su llegada a Nueva York en 1939 y que marcarían, para su desgracia, su destino hollywoodiense.

Porque tanto gustó esa mala pronunciación que Carmen no pudo nunca mostrar sus progresos en inglés y tuvo que mantener en público un terrible y cómico acento que caricaturizó aún más el personaje que creó ayudada de los tacones, los sombreros, las frutas y los trajes que dejaban su estómago al aire. Un personaje a través del cual popularizó la samba, un ritmo nuevo que ella introdujo en Estados Unidos a pesar de su gusto por los tangos, que fue la primera música que interpretó en sus comienzos artísticos en Brasil.

De Brasil a Estados Unidos

Desde muy joven quiso ser artista a pesar de la oposición de su familia y comenzó a cantar en fiestas mientras trabajaba en una tienda de sombreros, complementos que comenzó a diseñar con una enorme imaginación. Del diseño de sombreros, que tanta fama le darían posteriormente, pasó al mundo artístico tras destacar en un programa de radio local de Río de Janeiro, que le dio una rápida popularidad en todo Brasil y que le permitió llegar en 1939 a Estados Unidos.

Actuó con enorme éxito en varios musicales en Broadway -donde recibió el apodo de "la bomba brasileña"- y se trasladó a Hollywood, donde rodaría 14 películas entre 1940 y 1953, entre ellas That night in Rio (1941, Aquella noche en Río), Week-end in Havana (1941, A la Habana me voy) o The Gang's All Here (1943, Toda la banda está aquí.

Éxito y caída

Se convirtió en una estrella y en 1945, con unas ganancias de más de 200.000 dólares, fue la actriz mejor pagada de Hollywood, por encima de Cary Grant o Humphrey Bogart. Y como cantante, vendió más de 10 millones de discos en todo el mundo de canciones como Mamá yo quiero o Tico tico no fubá.

Un éxito que la llevó a un ritmo de trabajo infernal, con incluso tres espectáculos diarios, combinados con rodajes de películas, promociones o entrevistas, lo que sólo podía soportar con grandes cantidades de anfetaminas, en una época en la que su consumo en Hollywood era bastante generalizado y muy poco o nada criticado. Y para llenar aún más su apretada agenda, fue nombrada embajadora de la política de buena vecindad hacia Latinoamérica impulsada por el presidente Franklin D. Roosevelt.

Una ocupadísima y exitosa vida profesional muy lejos del fracaso de la personal. Carmen pasó por varias relaciones, un aborto (accidental o provocado, según las versiones) y una boda con el productor David Sebastian por la simple razón de que fue el único hombre que le pidió en matrimonio.

Con este bagaje y una vertiginosa caída desde lo más alto, Carmen Miranda realizó su última aparición en público en el programa televisivo de Jimmy Durante, el 4 de agosto de 1949, durante el cual, muy deteriorada físicamente, aún fue capaz, aunque a trompicones, de realizar uno de sus típicos bailes.

Murió pocas horas después de un infarto, en su dormitorio, en la primera planta de su mansión, mientras un grupo de amigos seguían de fiesta en la parte de abajo. Con sólo 46 años.

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