Felipe II, en los fabulosos retratos del Tiziano y de Antonio Moro y en las esculturas de los Leoni, ha llegado a la National Gallery de Londres en una exposición dedicada a la época de esplendor del género renacentista por excelencia.
"Tiziano y Moro son los dos grandes maestros del retrato cortesano", ha señalado el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, mientras recorría la exposición londinense, y la comparaba con la celebrada anteriormente en la pinacoteca madrileña.
"Hay obras que no han podido viajar entre las dos capitales por cuestiones de conservación", dijo Zugaza.
Así, el autorretrato juvenil de Alberto Durero o el gran retrato ecuestre de Carlos V en la batalla de Mühlberg, de Tiziano, no han ido a Londres, y a la inversa no pudieron viajar a Madrid algunas obras maestras de la National Gallery.
Entre ellas están el maravilloso retrato del matrimonio Arnolfini, de Jan Van Eyck, y el apodado 'Los Embajadores', de Hans Holbein el Joven, con su famosa calavera anamórfica como "memento mori".
Tampoco pudieron verse en El Prado dos retratos de pontífices de profunda penetración psicológica: el de Julio II della Rovere, de Rafael, que se conserva en la propia galería de la plaza de Trafalgar, y el de Pablo III, de Tiziano, procedente del Museo de Campidonte (Nápoles).
"Sólo falta el de Inocencio X, de Velázquez (del museo Doria-Pamphili, de Roma)", comentó Zugaza al ver esos dos retratos de papas juntos en la misma sala.
Uno de los comisarios de la exposición, Luke Syson, especialista en el Renacimiento italiano de la National Gallery, ha explicado que en el Prado hubo toda una sección dedicada a la difusión del retrato por Europa gracias a las nuevas técnicas de impresión y al grabado.
Ese aspecto falta en la National Gallery, que ha puesto el acento, por el contrario, en el dibujo original, del que hay aquí extraordinarios ejemplos de artistas como Pontormo, Ghirlandaio, Durero, Giovanni Bellini, Giulio Romano o Hans Holbein el Joven.
Una de las obras maestras que ha figurado en ambas exposiciones, según el director del Prado, es el retrato que hizo Ghirlandaio de un anciano y su nieto, que se conserva en el Louvre.
La exposición ha logrado reunir ese retrato al óleo con el dibujo, procedente del Museo Nacional de Estocolmo, de un anciano muerto que fue el modelo utilizado por Ghirlandaio para el retrato del abuelo, algo realmente extraordinario, según Zugaza.
Otra de las obras que no viajaron al Prado es el retrato que hizo el pintor flamenco Quentin Massys de una mujer vieja y grotesca, popularmente conocido como 'La Duquesa Fea'.
Los expertos, que han investigado el cuadro con motivo de esta exposición, llegaron a una doble conclusión: la mujer sufría una deformación facial, consecuencia de una rara forma de enfermedad de Paget, y el pintor no copió una caricatura de Leonardo da Vinci, sino que fue más bien al revés.
Tanto los representantes de la National Gallery como el director del Prado han querido hacer hincapié en el "gran espíritu de colaboración" existente entre ambas pinacotecas, que se complementan en muchos aspectos, y se dicen dispuestos a continuar esa cooperación en próximas exposiciones.
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