viernes, 22 de agosto de 2008

SE CUMPLE EL PRIMER CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE UN NOMBRE PROPIO DE LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFIA: HENRI CARTIER-BRESSON



El fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson cumpliría hoy 100 años.

De él destaca su capacidad inusual para la observación, por lo que conocer su obra significa tanto como conocer una parte de la historia gráfica del siglo XX.

Y no sólo eso: educar la mirada a través del estudio de su obra se ha convertido en un ejercicio indiscutible para todo aquel futuro fotógrafo en una sociedad que se globaliza a marchas forzadas en parte gracias al protagonismo actual de la imagen en la era digital y de masas.

Pero referirse a Cartier-Bresson es hacer una pausa en su concepto del "instante decisivo", con el que definió el momento exacto en el que se toma la foto, es decir, cuando "se alinea -en palabras suyas- la cabeza, el ojo y el corazón" para conseguir la instantánea, esa que no sería igual una milésima de segundo antes o después de que se hiciese "clic".

Pero esta tesis, que tituló uno de los libros de Cartier-Bresson (22 de agosto 1908 - 3 de agosto 2004) El momento decisivo (1952), desde hace un tiempo se topó con el marasmo actual donde ese instante mágico, según algunos teóricos, ha muerto.

Lo digital frente al instante decisivo

La proliferación de la imagen digital es imparable y más dentro de la línea del fotoperiodismo que propulsó Cartier-Bresson, debido a la gran democratización de la principal herramienta, la cámara.

Esto, a su vez, ha conllevado que el momento decisivo cada vez sea más irrelevante, aunque les pese a los más puristas, ya que lo digital ha desactivado la cautela y la concentración del acto de fotografiar.

Si la edición de la fotografía ha sido básica en la Historia de la prensa, paulatinamente cobra más relevancia debido a la incorporación de Internet como soporte informativo, lo que acarrea que la aceleración de los procesos de transmisión definan que la selección de la imagen recaiga, de forma imparable, más en el editor que en el propio fotógrafo.

Y de esta manera, el "instante decisivo" ha pasado a ser editado de un vídeo o de la ráfaga de imágenes que toman los fotógrafos profesionales que trabajan con la libertad y la ventaja que otorga la ilimitada capacidad de los sistemas digitales.

Por otro lado, desde que la foto se ha incorporado al mercado del arte contemporáneo, esta mítica frase ha perdido peso, porque para algunos artistas el uso de la foto tiene como finalidad registrar una instalación o una "performance", o se hibrida con otras técnicas como la pintura y, de esta manera, congelar un "momento decisivo" se haya devaluado.

Asimismo, si Cartier-Bresson levantase la cabeza tal vez vería que sus fotos no pueden volver a ser tomadas en Occidente, no por falta de medios obviamente ni de fotógrafos, sino por las limitaciones dictadas por la Justicia.

La fotografía documental

Cartier-Bresson con su leica retrató China, la India, México, hasta la Segunda Guerra Mundial -donde se creyó que incluso había fallecido- y fundó, junto a otras también leyendas del negativo, en 1947, la primera agencia de fotografía, el club selecto de Magnum.

Tal vez sus retratos en blanco y negro de personas anónimas no puedan ser captadas ya en Occidente, salvo con un permiso previo del retratado, porque las reglas sociales han cambiado y ello ha llevado a que parte de la fotografía documental que el abanderó sólo sea posible en la actualidad en el Tercer Mundo.

A estos dos aspectos se suma la muerte lenta y silenciosa del proceso fotográfico de la argentea con la que Cartier-Bresson, entre otros, consiguió unas tramas de grises en sus instantáneas que hasta la fecha tan sólo puede llegar a soñar el proceso digital.

Por todo ello, más que nunca conviene rememorar a Henri Cartier-Bresson, en aras de la calidad del acto fotográfico en una sociedad que hipervalora la imagen pero que, a su vez, juega al "todo vale" y que dicta sentencia sobre el derecho a la imagen.

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