domingo, 24 de agosto de 2008

LA ASOCIACION TORRIJOS 1831 EVOCA LA BATALLA DE CARTAMA OCURRIDA EL 16 DE FEBRERO DE 1812



Se conocían los ataques del ejército del general Ballesteros a las poblaciones ocupadas por guarniciones francesas en el oeste del Valle del Guadalhorce. También de sus marchas y contramarchas en este sector, al igual que la de sus enemigos. Pero el encuentro de las tropas del general español y las del gobernador francés de Málaga, barón de Maransín, ocurrido el 16 de febrero de 1812, a pesar de estar recogido en la obra del conde de Toreno y otros textos, permanecía un tanto olvidado a principios de la última década del siglo XX.

En 1993, Esteban Alcántara trabajaba en un libro que, dirigido a un amplio abanico de lectores, recogiera de forma visual los hechos de la Guerra de la Independencia en la provincia de Málaga. Entre la bibliografía que utilizó había un libro titulado “Málaga, province francaise” (1910), escrito exclusivamente en francés (se tradujo al español pocos años después), por un antiguo oficial napoleónico llamado Alphonse Grasset. El mismo contenía de forma detallada los combates entre las fuerzas bajo el mando directo de Ballesteros y el gobernador francés, Maransín.

Cuando “Málaga frente a la Guerra de la Independencia” se publicó en 1996, contenía un espacio monográfico dedicado a los combates del 16 de febrero de 1812, bajo el título de “La batalla de Cártama”, al darse todos los componentes necesarios para el término: enfrentamiento armado entre dos ejércitos que emplearon, simultáneamente y de forma frontal, sus diferentes armas de combate: Infantería, Artillería (los franceses no llevaban cañones) y Caballería. La entidad de los jefes que mandaban las respectivas líneas (ambos generales) y el mínimo exigible del número de componentes de las fuerzas empeñadas que combatieron cerca de tres horas, también avalan el término. No olvidemos que con afectivos similares a la citados se riñó la batalla de San Jacinto, que decidió la independencia de Texas respecto a Méjico.

Dentro de las actuaciones preparadas por la Asociación Torrijos 1831 con ocasión del Bicentenario de la Guerra de la Independencia (1808-2008), la batalla de Cártama ha sido y es objeto de un especial estudio por parte de los componentes del colectivo. Una novedosa investigación iniciada en 2006 que cuenta ya con una parte acabada y otra, más pequeña, por concluir, pendiente de la entidad de la documentación que se espera recibir de Francia, con la que no solamente se podrá completar la información de este hecho de armas, sino que puede servir para arrojar más luz sobre la retirada general de las fuerzas francesas del cinturón defensivo de Alhaurín el Grande y Cártama en julio de 1812.

Con algunos cambios que fluctuaron durante la campaña, el ejército de Ballesteros osciló entre los 4.000 a 6.000 hombres, cifra esta última, similar a los efectivos del ejército francés dispersados por toda la provincia de Málaga. El primero llevaba la iniciativa en cuanto a movimientos, mientras que el segundo debía de mantener destacamentos en las poblaciones malagueñas más importantes, dada la actitud refractaria de los vecinos frente a los invasores. Esto les hacía disminuir su número frente a los españoles en acciones en campo abierto, si bien los mandos franceses consideraban que, aún estando por debajo en 2.000 hombres, en un encuentro puntual y de importancia, la capacidad de maniobra y experiencia combativa de las tropas francesas, subsanaba esa diferencia.

Ante la amenaza del ejército de Ballesteros dirigiéndose de nuevo a Coín, el 11 de febrero, el gobernador francés Maransín intuyó que solamente la llegada de la brigada mandada por el general Rey, cayendo por el flanco de las tropas de Ballesteros, salvaría la situación. Sigamos ahora lo que al respecto a este hecho cita el libro de “Málaga frente a la Guerra de la Independencia: 1808-1812”: “Con su eficaz estrategia, Ballesteros engañó de nuevo al general Rey, que no pudo impedir que el día 13 de febrero los españoles tomaran Coín. Dándose cuenta que sus compañeros tardarían varias horas en reaccionar, Maransín dejó como gobernador accidental de Málaga al coronel Lengrand del 58º, y salió de la ciudad al encuentro de Ballesteros.

En Alhaurín (el Grande), encontró Maransín al 58º Regimiento, a los dragones del 21º, a los hombres de Thyrel (que habían mantenido la posición), que con las fuerzas del gobernador traídas desde Málaga, sumaban un total de 900 hombres, escasos para los 4.000 hombres con los que contaba Ballesteros.

Ante esta amenaza, Maransín retrocedió con la mayoría de sus fuerzas al Puente del Rey. Ballesteros aprovechó para atacar Alhaurín (el Grande), defendido por el capitán Ricard, que gracias a algunos refuerzos pudo rechazar a los españoles.

Las noticias eran contradictorias e incluso se escuchaba que más fuerzas españolas avanzaban por la costa. Enterado Maransín que los polacos cabalgaban en su ayuda, desconociendo los jinetes la nueva situación de las fuerzas de Ballesteros que les podía hacer caer en una emboscada, tomó la decisión de que lo mejor era buscar directamente a las tropas del general español.

El día 16 de febrero, a las seis de la mañana, las fuerzas de Ballesteros y Maransín se encontraron, preparándose ambas formaciones para el ataque. Maransín conservó una reserva de infantería y colocó su escasa caballería en su ala derecha. Los franceses no tenían cañones y eran inferiores en número, pero estaban dispuestos a resistir. Ballesteros realizó a la cabeza de sus hombres tres furiosas cargas, causándole numerosas bajas a los franceses, como la del comandante Thyrel o la del capitán de granaderos, Ducase.

A las ocho de la mañana la batalla estaba indecisa: los franceses no podían pasar a la ofensiva y los españoles no podían romper la línea enemiga. Fue entonces cuando haciendo un alarde de valor, Maransín se lanzó con la mitad de sus fuerzas a capturar los cañones españoles, pero una bala destrozó las costillas del general francés que cayó del caballo. Este hecho, decisivo a la postre, frenó el asalto de los imperiales”.

Maransín fue evacuado a Málaga y los franceses se replegaron al Puente del Rey bajo las órdenes del comandante Ballanger. Por su parte, Ballesteros se retiró a Junquera. Habían muerto 124 de sus hombres, capturándole el enemigo otros 120 (7 de ellos oficiales). Por su parte, los franceses tuvieron 150 muertos y les hicieron 70 prisioneros.

La batalla de Cártama, batalla de índole menor, terminada en tablas y no decisiva, dejó las cosas en el teatro de operaciones como estaban. El general Rey llegó en busca de Ballesteros hasta Monda, pero no pudo entrar en combate con sus fuerzas. Reforzó Alhaurín el Grande y ocupó Coín con un destacamento de caballería. El cinturón francés de seguridad quedó de nuevo restablecido.

Pese a todo, aquel encuentro del 16 de febrero de 1812, fue el de mayor entidad, en campo abierto, entre españoles y franceses en el Valle del Guadalhorce. La Asociación Torrijos 1831 lo ha evocado, primero frente a Cártama, por la designación que se le da a la batalla, y después en sobre el terreno donde se produjo la batalla.

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