El cambio de nombre, aún en estudio, es lo de menos; lo que cuenta es la mirada hacia el pasado reciente de la ciudad para analizar mejor hacia dónde irá su futuro. El plan estratégico que ayer presentó Joan Roca, que desde el pasado octubre dirige el Museo de Historia de Barcelona (MuhBA), es un ambicioso proyecto, casi una refundació del museo, en el que crecen e intentan equilibrarse dos grandes áreas de trabajo: la de investigación, con tres centros relacionados dedicados respectivamente a la investigación, la documentación y la conservación, y la de exhibición, también con tres sedes que, en cierta manera, se reparten la explicación de la historia de la ciudad. Aquí destaca la incoporación de la fábrica Oliva Artés, en el parque del Poblenou. De momento se está elaborando el plan de usos para poder convocar después el concurso de arquitectura. En este espacio -para cuya rehabilitació n se ha previsto un presupuesto de seis millones de euros hasta 2011- se exhibirá la parte que abarca desde el crecimiento de los suburbios industriales hasta la ciudad metropolitana actual. Tendrá un satélite fundamental en la sala de calderas de la Fabra i Coats, en Sant Andreu, donde se explicará de forma más concentrada el funcionamiento de la fábrica y su relación con el tejido social del barrio. Para ponerlo en marcha se ha presupuestado un millón de euros.
La otra sede nueva era conocida, aunque en el nuevo plan se le da mayor relevancia. Se trata del mercado del Born, que se centrará en la Edad Moderna hasta principios del siglo XX. En estos momentos se trabaja en la rehabilitació n del viejo mercado y en septiembre se presentará, al fin, el proyecto ejecutivo definitivo que, como novedad, incorpora una cuarta plataforma sobre el yacimiento arqueológico de la ciudad moderna. Los plazos vuelven a alargarse -ahora se habla de principios de 2010-, pero el presupuesto, 45 millones de euros, se mantiene. La tercera sede principal es la única que hay actualmente, es decir, el recinto de la plaza del Rei, en el que sólo se prevé reformar la exhibición permanente dedicada a la Baja Edad Media, que mostrará la ciudad antigua y medieval.
De cada una de estas tres grandes sedes dependerán varios centros relacionados con el ámbito expositivo de cada una. Aquí también habrá novedades. Por ejemplo, Vil·la Joana, la casa Verdaguer de Collserola, se prevé que en el futuro pueda servir también como residencia temporal de escritores extranjeros invitados y, en otro ámbito, se está estudiando llegar a un acuerdo con el hospital de Vall d'Hebron para que a través de un microbús los enfermos y sus acompañantes puedan visitar y relajarse en el tranquilo entorno del monasterio de Pedralbes, donde además se está perfilando un acuerdo de mecenazgo para acabar la restauración de las pinturas de Ferrer i Bassa.
Los proyectos y planes son tantos que resultan difíciles de concretar. Ayer no se entró de lleno en el aspecto de conservación de patrimonio y arqueología, pero se insistió en que se quiere reforzar y dar mayor difusión al depósito de la Zona Franca, convertido en Centro de Conservación y Restauración. Habrá una línea propia de publicaciones y también se crea el Centro de Investigación, que incluye desde masters en colaboración con universidades a exposiciones experimentales, un centro de consultas para operadores turísticos, una librería especializada en historia urbana -ganó el concurso La Central, que la inaugura oficialmente el día 12- y talleres de verano para niños del Raval.
"El museo es un espejo interactivo de la ciudad que refleja lo que hemos sido y nos permite estudiar cómo queremos vernos", afirma Roca. La verdad es que, visto el plan, más que un espejo, la ciudad tendrá todo un caleidoscopio para mirarse.
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