jueves, 5 de junio de 2008

EL AUTOCINE CUMPLE MAÑANA 75 AÑOS

No hay nada mejor que el autocine: una buena película proyectada en la gran pantalla, la primera chica que se acurruca en los brazos de su novio y un cielo estrellado que se extiende en lo alto.

Desde hace tres generaciones, la experiencia de ver largometrajes en el propio coche fascina a los fans del cine, a las familias y a los jóvenes enamorados. La invención del estadounidense Richard Milton Hollingshead cumple el viernes 75 años manteniéndose como institución, para alegría de muchos nostálgicos.

Con el eslogan 'Cada quien en su propio palco', Hollingshead hizo publicidad para su primer autocine, inaugurado en 1933 en Camden (Estado de Nueva Jersey). Hijo de un fabricante de líquidos limpiadores para coches, la leyenda dice que sólo pretendía aumentar el número de ventas de su padre.

Para ello, experimentó durante un tiempo hasta que llegó a la brillante idea de montar rampas sobre las que los automóviles podían subir para tener una buena vista de la pantalla. El sonido salía de los altavoces a ambos lados de la pantalla para, más tarde, añadir los que se colgaban directamente en la puerta de los coches y, en la actualidad, sintonizarlo a través de la radio.

25 centavos la entrada

La idea de Hollingshead, el 'Drive-In', tardó en extenderse al principio, pero a mediados de los años 50 había ya 4.000 autocines, muchos de ellos en las zonas rurales. Al fin y al cabo, la diversión sólo costaba 25 centavos por persona, es decir, un euro máximo para todos los ocupantes.

Fue una solución para muchas familias numerosas que no podían comprar las entradas para el cine, convirtiéndose además en un punto de atracción para las jóvenes parejas. En la 'Lover's Lane', la última fila, los enamorados se sumergían en sus pasiones, con la pantalla al fondo.

Incluso los Beach Boys le dedicaron en 1964 una de sus canciones, que rezaba 'Forget about the plot, it'll do very well/But make sure you see enough so you're prepared to tell/About the Drive-In!' ('¡Olvídate de la trama, que será buena/Pero ocúpate de ver lo suficiente, para poder contarlo después/Sobre el 'Drive-In'!')

Se dice, de forma chistosa, que uno de cada cuatro estadounidenses de esa generación fue concebido en el 'Drive-In'.

El autocine sólo podría haber surgido en EEUU, ya que se adapta al 'American Way of Life': rápido, fácil, barato y, sobre todo, en el propio coche. Lo que comenzó con el cine siguió con las cadenas de comida rápida, los cajeros automáticos y los cementerios.

Un lugar público donde sentirse en la privacidad de su propio coche. Se puede fumar, comer sándwiches con ajo, hablar por teléfono en mitad de la película y los pelos de perro en el asiento de al lado no molestan a nadie. Y, además, se llega rápido de vuelta a casa, a menos que haya retenciones a la salida.

Con la llegada del vídeo en los años 80, que sumió a los cines convencionales en la crisis, también fue la hora del declive de los autocines. Hoy en día quedan unos pocos, aunque firmes en su función de entretenimiento.

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