domingo, 21 de marzo de 2010

REPORTAJE.UN INFINITO PANTEON DE LAS LETRAS.J.CARLOS MAINER COORDINA LOS NUEVE TOMOS DE LA MONUMENTAL "HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA".

José Carlos Mainer (Zaragoza, 1944) se siente "insólitamente vacío" por vez primera en su vida. Catedrático de Historia de la Literatura en la Universidad de Zaragoza, el gran especialista en la Edad de Plata española, considerado pionero de la historia de la literatura como historia cultural, se siente así porque, lector voraz y trabajador incansable, tras casi tres años se acaba de liberar de la dirección de un monstruo de 6.500 páginas. Son las que conforman la Historia de la Literatura Española que lanza Crítica, obra que se ha estrenado con el sexto volumen, Modernidad y nacionalismo 1900-1939, 828 páginas que firma el propio Mainer.

La empresa está llamada a ser un hito en la filología española. Hace tres décadas que no se publica una obra de estas características, desde que en 1979 Ariel decidiera editar una Historia de la Literatura Española dirigida por hispanistas ingleses y cuyo volumen destinado al siglo XX revisó ya el propio Mainer. Entre otros más de por medio, el último gran intento fue en Espasa en 1998, con el hoy presidente de la RAE Víctor García de la Concha, ambiciosa obra de la que sólo aparecieron cuatro tomos.

"Que hasta ahora no haya salido otra responde sólo a un tema comercial: al calor de los cambios políticos de los se quiso orear el panorama y el mercado casi se saturó; desde entonces, una excelente producción de estudios filológicos permite una masa crítica que justifica que se revise a partir de una historia literaria", expone Mainer como muestra, una vez más, de su capacidad de leer en clave de historia cultural.

Otro elemento diferenciador es la estructura que tendrá la Historia..., que arranca con la Edad Media y sigue con sendos volúmenes para los siglos XVI a XIX. El XX, iniciado por Mainer, lo completará uno que llegará hasta 2009, el más delicado. Así, cada tomo tendrá cuatro bloques: el primero, una especie de pensamiento literario del momento, al que seguirán aspectos de la industria cultural, el patrimonio literario (fijándose más en los textos que los autores) y un cuarto titulado Textos de apoyo. Ese y el primero, iconoclastas en una obra así.

"He pedido que cada tomo arranque con un interrogante sobre el campo literario, entendido a partir del concepto de Pierre Bordieu, mientras debían acabar no tanto con la clásica antología de textos sino con documentos de historia literaria, como opiniones de un autor o entrevistas".

Coherente con su manera de ser que le impide moralmente tener discípulos ("porque conlleva que uno sea maestro"), Mainer ha sido generoso tanto en la elección de sus colaboradores como en el supuesto canon que acaba imponiendo toda obra de esta índole. "Entre los autores no están quizá los más previsibles pero he buscado gente que, por trayectoria académica y obra publicada, entendiera una historia de la literatura con escasísimas notas, bibliografía capital asumida y capaces de escribir un ensayo de alta divulgación; es la única manera que esta obra no se fosilice en poco tiempo", justifica.

Sobre el canon, enumera ufano: "la literatura siempre tiene que ver con otras artes, por eso, en mi caso cito generosamente a El Greco y a Goya, o me permito resaltar la figura de María Guerrero o incorporar ausencias injustificables como el Joan Maragall articulista en castellano o el Eugeni d'Ors del Glosario, mucho más divertido que Ortega y Gasset". Los periodistas Corpus Bargas y César González Ruano, el novelista Benjamín Jarnés, el tapado de la Generación del 27 Alonso Quesada, Gabriel Miró y hasta un engarce inédito entre el Pío Baroja y el Antonio Machado de los años veinte como "los dos grandes nihilistas de esa década" son algunas de las aportaciones de su volumen.

Si bien se citan autores catalanes, gallegos y vascos, sus literaturas no están inseridas en cada tomo.

En uno de los dos tomos transversales que tendrá la obra, dedicada a El lugar de la literatura española, estarán, según el autor, "las influencias mutuas entre la literatura española con el resto de las letras peninsulares, las relaciones con una literatura europea cuya noción ningún país ha inventado y, claro, con la literatura hispanoamericana, con una etapa de literatura colonial, un siglo XIX común y un XX con su emancipación y desde el que nos dictan las pautas". ¿Y eso? "Hasta los años sesenta había una unidad de mercado hoy del todo inexistente, una división que oculta una retórica que se mantiene pero que aguantará lo que aguantará".

Por algún jirón entrevisto al final del prólogo general, se intuye que esta obra puede ser un punto final en la trayectoria intelectual de Mainer. "Lo que está claro es que no escribiré ya más sobre la Edad de Plata ni una obra de tanto empeño". Y también está convencido de que es un canto del cisne del sector editorial en papel: "Una obra de tal envergadura es muy cara y dificultosa; pero le garantizo que no hay nada para leer como el papel y el formato página". Vendrán, pues, otras historias de quizá otras literaturas.

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