lunes, 22 de junio de 2009
MALAGA OLVIDA EL UNIVERSO INFANTIL DE PICASSO
El Ateneo de Málaga lucha para conseguir fondos públicos para rehabilitar las salas de dibujo y colorido de la antigua Escuela de Bellas Artes a la que acudía Picasso a las clases que impartía su padre
El polvo y el olvido cubren el universo infantil de Picasso. Caballetes, bancos de trabajo, taburetes, taquillas para guardar las pinturas, pizarras y hasta una lámpara que parece sacada del Guernica se apilan en la que fue la sala de dibujo de la Escuela de Bellas Artes. Hace décadas que la estancia está cerrada a la espera de que las administraciones caigan en la cuenta de que posiblemente éste es el único legado real y original vinculado al pintor que ha sobrevivido en la ciudad.
El Ateneo de Málaga, que actualmente ocupa las instalaciones de la escuela y que ha conseguido la rehabilitación de gran parte del edificio, hace años que llama a las puertas de las instituciones reclamando fondos para recuperar las salas de dibujo y colorido de la primera escuela de Picasso. Hasta ahora nadie ha abierto.
El padre de Picasso, José Ruiz Blasco, fue alumno y a partir de 1875 también profesor en la escuela. La evidencia histórica y la leyenda se combinan para apuntar que su hijo solía acompañarle a las clases de dibujo que impartía en esa sala hoy cerrada, donde incluso llegó a tener un banco reservado. Previsiblemente allí comenzó Picasso a hacer sus primeros dibujos copiando las esculturas de aires clásicos que se utilizaban en la enseñanza y que todavía hoy se guardan, algunas en el edificio y la mayoría en la actual Escuela de Arte de San Telmo. "Aquí están las lámparas originales que luego aparecen en el Guernica", indica el presidente del Ateneo, Antonio Morales, "y los objetos de dibujo, las manos, pies, bustos y hasta las palomas que después reproduce en su obra".
La sala de dibujo y el mobiliario son humildes, "pero son", apunta Morales, en alusión a que no se trata de reproducciones ni objetos procedentes de aquellos tiempos, sino a los que realmente conformaron la Escuela de Bellas Artes creada en el antiguo colegio noviciado de los jesuitas, en la plaza de la Constitución, junto a la iglesia del Santo Cristo.
Para colmo éste no es el único espacio picassiano abandonado. También la sala de color espera mejores tiempos. Conocida popularmente como el palomar, este espacio corona el viejo convento jesuita. En la actualidad pertenece al colegio Prácticas Número 1, es decir, es propiedad de la Consejería de Educación, aunque carece de uso. Desde los pisos inferiores se observan cristales rotos en unos ventanales que debieron llevar una explosión de luz a aquel aula de colorido.
En los ojos del niño de ocho, nueve o diez años el edificio y la vida artística que albergaba debió quedar grabado con grandiosidad. Su nuera, Christine Picasso, durante una visita que realizó al Ateneo se refería a los relatos que Picasso hacía de la vieja escuela y de su "imponente escalera". Y aunque no está claro si Picasso en alguno de los cuatro viajes que realizó a Málaga entre 1895 y 1901 volvió a visitar la vieja escuela, su hija Paloma sí lo hizo en 1971. El libro de honor del Ateneo lo confirma.
La pretensión de los ateneístas es recuperar tanto la sala de dibujo como la de colorido y completar el programa cultural, artístico y turístico emprendido por la entidad. En este sentido, Antonio Morales precisa que la intervención en la sala de dibujo es mínima porque la estructura está en perfecto estado y apenas necesita actuar sobre el suelo y la solería, recuperar las paredes y el mobiliario para devolver al aula de dibujo el estado exacto que tenía durante la infancia de Picasso.
Tampoco parece complicada la modernización del palomar, más aún cuando la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico se ha comprometido a restaurar las cubiertas.
De esta forma se podría cerrar el circuito picassiano de Málaga conformado por la casa natal, el museo, que alberga la obra donada y cedida por la familia, y la escuela en la que empezó a dibujar. Por el momento, sólo una placa en la entrada del edificio del Ateneo recuerda discretamente la vinculación del artista universal con este punto de la ciudad.
El plan del Ateneo para concluir la restauración del viejo convento jesuítico pasa también por poner en valor la pieza contigua a la sala de dibujo para habilitar una biblioteca "que esté abierta las 24 horas del día" con todos los fondos que la institución ha recabado durante sus 40 años de trayectoria y montar una exposición permanente con las más de 300 obras que el Ateneo atesora.
La entidad cultural cuenta con obras de cerca 150 artistas entre los que figuran José Hernández, Dámaso Ruano, Francisco Peinado, Berrocal, Enrique Brinkmann, Eugenio Chicano, Pablo Alonso Herráiz o Juan Fernández Béjar casi todas almacenadas. Sacarlas a la luz y exponerlas al público "sería una gran oportunidad para contar con una galería representativa del arte actual que en este momento no existe en Málaga", subraya el presidente del Ateneo.
La actuación se quiere completar con la restauración de los relieves existentes en la entreplanta "que sólo se encuentran aquí y en Florencia. Están en buen estado pero necesitan una pequeña intervención". Además el Ateneo proyecta un reconocimiento a Frank Rebajes, que dejó su impronta en la barra de la cafetería de la entidad, junto a varias obras actualmente en depósito en la Casa Natal de Picasso. Siempre excéntrico e inquietante, Rebajes, que se afincó en Torremolinos tras abandonar Nueva York en los años 60, fue también ateneísta.
El presidente del Ateneo calcula que en conjunto no se precisa mucho más de 100.000 euros para concluir la restauración de un edifico que funcionó como colegio noviciado de la Compañía de Jesús entre 1578 y 1767. Una vez expulsada la orden de España, la historiadora de la Universidad de Málaga Rosario Camacho recoge en el artículo Del antiguo colegio de los jesuitas a la sede del Ateneo: un edificio con vocación de uso que parte del edificio San Telmo fue utilizada en 1779 para albergar a los maestros y oficiales que construyeron los órganos de la Catedral y sólo dos años después acogió un montepío, hasta que en 1785 se instaló el Consulado del Mar y su Escuela Náutica.
Aunque incluso llegó a salir a subasta, se libró por los pelos de la Ley Madoz que en 1855 planteó la venta de los establecimientos de beneficencia para financiar la hacienda pública. Hacía ya cuatro años que la Escuela de Bellas Artes San Telmo había arrancado con 266 alumnos y 70 aspirantes en lista de espera, según Rosario Camacho. La mayoría eran carpinteros, ebanistas, cerrajeros y trabajadores de las ferrerías de la todavía floreciente industria siderúrgica malagueña.
Hacia 1868 la escuela acentuó su vocación en las conocidas como artes mayores al hacerse cargo de la dirección el valenciano Bernardo Ferrándiz que reagrupó a lo más granado de pintura española del momento: Muñoz Degrain, Denis Belgrano, Emilio Ocón o Enrique Simonet.
La Escuela de Bellas Artes se mantuvo hasta su traslado en los años 70 a El Ejido, aunque mantuvo cierta actividad docente en la plaza de la Constitución hasta 1985. Ese año la Delegación de Educación cerró la parte del noviciado jesuita que actualmente ocupa el Ateneo e, incluso, unos años después autorizó que el colegio Prácticas Número 1 construyera unos baños en parte de la sala de dibujo . La recuperación no comenzó hasta que en 1999 fue cedido al Ateneo.
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