miércoles, 24 de junio de 2009
LOS DINOSAURIOS NO ERAN TAN GRANDES DESPUES DE TODO
La ciencia vive y avanza con el debate, y es común que, a medida que aumenta el conocimiento, se pongan en duda hasta las teorías más extendidas si éstas se basaron en métodos que se consideran anticuados. Cuando parece que la ciencia ha conquistado la realidad, viene la duda y la vuelve a convertir en una posibilidad poco probable.
Es lo que acaba de ocurrir con uno de los datos científicos más mitificados por el imaginario colectivo: el tamaño de los dinosaurios. Cierto es que los hubo de todos los tamaños y comportamientos, pero la imaginería fantástica ha tomado como predilectos aquellos reptiles casi monstruosos, de dimensiones descomunales e indiscriminada carnivoría.
Un modesto estudio publicado hoy en la revista británica 'Journal of Zoology' ha venido a romper el encanto. Según explica uno de sus autores, Gary Packard, de la Universidad Estatal de Colorado (EEUU), hay un sesgo en el modelo estadístico que los paleontólogos han utilizado en los últimos 25 años para medir el peso de animales gigantes extinguidos.
El resultado es que, en realidad, según las nuevas estimaciones de Packard y colegas, los grandes dinosaurios pesaban la mitad de lo que hasta ahora se ha considerado.
Es el caso del 'Apatosaurus' -cuyo alias efímero y técnicamente descartado, 'Brontosaurus', ha calado más que su nombre oficial-, el dinosaurio gigante pero manso y herbívoro, considerado torpe y tonto hasta que se demostró que no lo era tanto. Hasta ahora, nadie había puesto en duda su enorme tamaño, que apabulla a los visitantes del Gran Hall del Museo Peabody de Yale. Pero, según las nuevas estimaciones de Packard y colegas, su peso real sería de 18 toneladas en lugar de las 35 que se le atribuían.
Reconstrucción a partir de un fémur
¿Cómo se mide el tamaño y el peso de unos animales que desaparecieron, como tarde, hace 65 millones de años, y cuyos rastros están fragmentados? A excepción de ejemplares como el citado 'brontosaurio' (oficialmente apatosaurio) del Museo Peabody, uno de los esqueletos de saurópodos más completos de la paleontología, lo habitual es que se reconstruyan los animales a partir de fragmentos aislados de su cuerpo, como el fémur, el húmero, las vértebras o la pelvis.
Hasta ahora, la técnica más empleada para medir el peso de grandes animales era la escala. Tomemos como ejemplo un edificio construido sobre cuatro columnas. Éstas están fabricadas siempre con el mismo material. Si el edificio es pequeño, entonces pesa poco y las columnas son, probablemente, delgadas. El tamaño de cada pilar está relacionado con el tamaño del edificio. Es decir, el tamaño de los pilares se puede dibujar como una función matemática del tamaño del edificio.
Si el edificio es destruido pero permanecen las columnas, se puede medir el tamaño de estas últimas y estimar el peso de todo el edificio. Así es como se ha medido hasta ahora la masa de los dinosaurios. Los grandes huesos que soportan el peso, como son el fémur y el húmero, representan esas "columnas" que sostienen el cuerpo de estos gigantes reptiles. Los huesos son siempre del mismo material y tienen todos casi la misma forma, por lo que la escala de proporción utilizada ha sido la de la anatomía de los grandes mamíferos actuales.
Sin embargo, sólo con los ordenadores actuales ha sido posible detectar el sesgo. "El problema con la técnica empleada hasta para desarrollar una ecuación predictiva es que tiene un sesgo. Tiene que ver con la técnica (transformación logarítimica de datos) utilizada para establecer una relación lineal", expica a elmundo.es Geoffrey F. Birchard, del Departmento de Ciencias Ambientales de la Universidad George Mason (Virginia, EEUU), y uno de los autores del estudio.
Según Birchard, la técnica tradicional fue concebida en un momento en el que los ordenadores no tenían la potencia suficiente para enfrentarse a datos no lineales. "La transformación logarítmica altera profundamente la relación entre las variables de predicción y de respuesta", escriben los autores en su estudio. La ecuación, pues, había sido demasiado simplificada hasta ahora, al ser lineal. Este sesgo tiende a sobreestimar significativamente el peso de los grandes mamíferos estudiados. El error se amplifica cuanto mayor es el tamaño en juego. Por lo tanto, es fácilmente deducible, dicen los investigadores, que los grandes reptiles no eran tan grandes, después de todo.
Con todo, algunas especies de dinosaurios siguen siendo los animales terrestres más grandes que haya conocido el planeta. En el mar tenemos actualmente a la ballena azul, el animal más grande de todos los tiempos, con unas 180 toneladas de peso.
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