Su dolorosa pérdida no aparecía hasta ahora en los libros de historia. Era uno de los grandes secretos del franquismo y, sobre todo, de su principal protagonista, el propio dictador. Y eso que fueron los suyos los que ganaron la guerra que dio paso a un régimen en el que el alarde de testosterona era uno de sus principales argumentos. El testículo presuntamente perdido por Francisco Franco cuando tenía 23 años y aún ejercía de capitán guerrero en los alrededores de Ceuta ha encontrado su hueco, paradójicamente, en plena era de la Memoria Histórica de la que tanto reniegan sus nostálgicos.
Y lo ha encontrado gracias ‘Franco, el Republicano’, un libro del escritor José María Zavala dedicado al hermano republicano del general, Ramón. Un detalle ‘testicular’ que sirve al autor del libro para especular sobre el verdadero parentesco del propio Franco y la que hasta ahora consta en todos los libros como su hija, Carmen Franco. De su amada hija pasaría, de ser cierta la tesis que Zavala construye a partir de la falta del atributo masculino, a su sobrina ‘adoptada’, fruto en realidad de las relaciones extramatrimoniales de su hermano Ramón y de una cabaretera apodada ‘La Garza’ por sus largas extremidades.
Para apoyar tal tesis, la editorial decidió que en la presentación que del libro se hizo este miércoles, José María Zavala estuviera acompañado de dos andrólogos/urólogos de prestigio: los doctores Ana Puigvert y José María Pomerol. La primera fue la que desveló al autor del libro el secreto de que Franco era “monórquido” –es decir, que le faltaba un testículo- y que lo era por un disparo que recibió en la campaña de África allá por 1916, detalle que conoció gracias a su abuelo, el también urólogo Antonio Puigvert, quien había tratado al dictador.
Francisco perdió su testículo cuando tenía 23 añosLa doctora se atrevió a deducir que la dolorosa pérdida sólo pudo tener dos orígenes: que la bala hubiera arrancado el testículo de cuajo o que hubieran sido los médicos militares los que tuvieran que llevar tan traumática amputación ante la gravedad de las heridas causadas por tan certero tiro en el ‘bajovientre’. El resultado, en ambos casos, fue el mismo: lo dejó “monórquido” muy a su pesar.
Por su parte, el doctor Pomerol centró su intervención en teorizar sobre las posibles consecuencias que la ‘ausencia’ pudo tener en la vida sexual y, sobre todo, fértil del militar sublevado. Apuntó que si no necesariamente tuvo que afectar a la virilidad de Franco, muy posiblemente sí afectó a la capacidad de producir espermatozoides que tenía el testículo que salió ileso en la contienda. Ello explicaría, conjeturó el urólogo, que Franco tardara tanto tiempo en tener hijos tras casarse –tres años- y que, además, sólo tuviera un descendiente, cuando en aquellos años eso de la planificación familiar no se llevaba “y más en gente de El Ferrol”, añadió. Si Franco levantase la cabeza…
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