viernes, 28 de noviembre de 2008

EL HALLAZGO DE UNA PELVIS EN ETIOPIA PUEDE CAMBIAR LA HISTORIA HUMANA

Una pelvis de mujer puede dar la vuelta a lo que se sabía, o se creía saber, de nuestros antepasados. El fósil fue localizado en el año 2000 en la región de Gona, en la colvulsa región Afar de Etiopía. Perteneció a una hembra de 'Homo erectus', la primera especie que muchos consideran humana y vivió hace entre 1,8 millones y 160.000 años.

Los investigadores revelan hoy, en la revista 'Science', que el tamaño del cerebro del feto era más grande que el de los homininos anteriores, como el 'Homo habilis', y que los 'H. erectus' no fueron tan esbeltos como se les imaginaba, una tesis que ya en 1994 defendieron los paleontólogos españoles de Atapuerca (Burgos)y ahora parece confirmarse.

Es decir, que no hubo una adaptación a un clima tropical ni a la necesidad de una mayor resistencia para correr, que facilitan unas piernas más largas. Más bien, parece que eran rechonchos, anchos y bajos, muy parecidos a los 'H. heildebergensis' de hace 800.000 años encontrados en los yacimientos de Atapuerca, y antepasados de los neandertales.

Han tenido que pasar varios años para que finalmente viera la luz el análisis de la pelvis y una vértebra lumbar encontrada en Gona, en un área desértica que en el Pleistoceno era un pantano próximo a una pradera. Todo un acontecimiento, habida cuenta de los escasos retos de este ancestro humano que han salido a la luz hasta ahora.

El cerebro del 'Homo erectus' se desarrollaba más lento que el de otros primates pero nacían más espabilados que los niños actuales

Los paleontólogos norteamericanos, dirigidos por Scott W. Simpson, de la Universidad de Cleveland (EE. UU.), han reconstruido en alta resolución las partes que faltaban en la pelvis para concluir que su canal para el parto era más grande de lo que previamente se pensaba hasta ahora.

El investigador español Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense, que ha trabajado con el equipo que encontró la pelvis en Etiopía, afirma que este fósil «demuestra que las hembras de esta especie no podían acomodar fetos de un 40% o un 50% del tamaño de los cerebros adultos, por lo que el inicio del proceso de un desarrollo lento y prolongado, como es el del humano actual, se retrotrae a hace 1,5 millones de años».

Eso no quiere decir que las crías fueran indefensas durante tanto tiempo como los niños de nuestra especie, puesto que su cerebro ya era bastante grande pero si indica que su desarrollo era más lento que el de los chimpancés y otros primates".

Según el estudio, era un 30% mayor de lo que se pensaba antes de este hallazgo.
Otro rasgo importante de la pelvis es su acetábulo, el hueco en la pelvis en el que se coloca la cabeza del fémur. El fósil indica que era más pequeño que lo que se creía y eso quiere decir que la homínida en cuestión media únicamente entre 1,2 y 1,46 metros, muy lejos del 1,8 que se atribuía a sus congéneres varones.

Hay que recordar que las estimaciones anteriores se basaban principalmente en los fósiles del 'H. erectus' del famoso Niño de Turkana, unos restos de un varón de unos 11 años encontrados en Kenia en 1985. Fue el estudio de esos huesos lo que determinó el aspecto de la especie. Todas las teorías se construyeron sobre la apariencia de ese cuerpo larguirucho y ágil.

La tesis de Atapuerca

Algunas voces, sin embargo, ya habían discrepado de esa interpretación, entre ellas las del equipo de Atapuerca, que encontró en 1994 una pelvis de 'H. heilderbergensis', bautizada como 'Elvis', que no cuadraba con la reconstrucción del Niño de Turkana porque era más ancha.

Juan Luis Arsuaga, codirector del proyecto Atapuerca, que fue quien encontró esta pelvis, estaba ayer satisfecho de que este trabajo confirme su tesis: "Desde hace 14 años ya venimos defendiendo en todos los foros internacionalse que todo el modelo de evolución humana estaba mal hecho, que la anchura del cuerpo no varió hasta la aparición del 'Homo sapiens' y que la reconstrucción del 'Niño de Turkana' estaba equivocada y la estrechez de su pelvis no era tal porque no era una adaptación al clima. Por ello los neandertales también eran corpulentos", argumenta el paleontólogo.

En la misma línea se manifiesta otro de los codirectores, José María Bermúdez de Castro: "Con el Niño de Turkana se equivocaron los cálculos, se pensó su desarrollo como si éste fuera un humano moderno que sigue creciendo, y bastante, hasta los 18 años, pero el 'erectus' a los los 12 años ya casi había cesado su desarrollo y nunca llegaría a medir 1,8 metros".

Bermúdez de Castro también cree que estos antepasados humanos, que habitaron el planeta hace 1,8 millones de años, nacían "más espabildados" que los bebés de hoy".
Domínguez Rodrigo pone otro asunto sobre la mesa: el dimorfismo sexual (diferencia del tamaño de hembras y machos) que podría reflejar esta neuva pelvis. El paleontólogo considera que, si realmente el Niño de Turkana llegó a ser alto, ello significaría que habría habido dos tipos de hembras. Unas habrían sido esbeltas y adaptadas a medios tropicales y otras de estatura más baja y más adaptadas a climas templados o fríos.

"Una segunda opción es que lo que ahora llamamos 'Homo erectus' realmente sean dos especies diferentes. La anatomía del Niño de Turkana muestra una adaptación tropical, preparada para una carrera de fondo, que no se documenta en la hembra de la nueva pelvis", afirma este experto.

Es decir, en su opinión, el nuevo estudio no rebate la idea de que el 'erectus' no fuera alto y ágil para correr, sino que es otra especie aún por determinar. Desde su punto de vista, "ningún paleontólogo puede refutar que 'Homo erectus' fuera un homínido adaptado al medio tropical, con dimorfismo sexual [diferencias entre hembras y machos] reducido y adaptado a la caerra de fondo para su supervivencia".

Todo ello viene a decir que aún nos queda mucho por saber de nuestro pasado y que las interpretaciones pueden ser muy diferentes porque aún faltan muchas piezas del 'puzzle' de la evolución humana.

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