sábado, 19 de abril de 2008

LA APERTURA DEL PRIMER CAMPO DE CONCENTRACION NAZI ALCANZA LA EFEMERIDE DE LOS 75 AÑOS

La rueda de prensa que tuvo lugar el 20 de marzo de 1933 en el cuartel general de la Policía de Múnich fue histórica. El jefe interino, un joven de 32 años con un rostro casi infantil, convocó a los periodistas con la intención de comunicarles una verdadera primicia. Casi tres semanas después del incendio del Reichstag de Berlín y en medio de un proceso destinado a convertir el nuevo Gobierno dirigido por Adolf Hitler en una perfecta dictadura, Heinrich Himmler anunció ese día que el régimen había decidido abrir el primer campo de concentración destinado a «tranquilizar» a los enemigos del régimen.

«El próximo miércoles se abrirá, en las cercanías de Dachau, el primer campo de concentración con capacidad para 5.000 personas», desveló Himmler, que con el tiempo llegaría a convertirse en el poderoso jefe de las temidas SS, el fanático brazo armado del partido. «Allí serán encerrados los comunistas, los funcionarios marxistas y todas aquellas personas que pongan en peligro la seguridad del Estado», añadió Himmler, quien justificó la medida con dos argumentos que nadie quiso poner en duda: las cárceles normales no daban abasto para los futuros presos y tampoco se podía dejar en libertad a los peligrosos comunistas.

De ese desgarrador comunicado han transcurrido 75 años y varios medios alemanes han querido recordar estos días las rueda de prensa de Heinrich Himmler, pero poniendo énfasis en un detalle poco conocido del drama que vivió Alemania desde que llegó al poder Adolf Hitler. Dachau, el primer campo de concentración inventado por los nazis, además de servir de cárcel a los enemigos del Estado, se convirtió en la primera escuela de la muerte para los futuros fanáticos guardianes de estos recintos, que creó el régimen para eliminar a la población judía y a todos sus enemigos.

Dos días después del anuncio de su apertura, el 22 de marzo de 1933, Dachau recibió a sus primeros 'invitados', un grupo de unas cien personas: comunistas, monárquicos bávaros, socialdemócratas y obreros católicos. «Sin duda alguna, el 20 de marzo es una fecha crucial en la historia alemana contemporánea», señaló el periódico 'Die Welt', al rememorar el más reciente aniversario de la inauguración de Dachau y que marcó el comienzo del capítulo más oscuro y siniestro del Tercer Reich.

La revista 'Focus', en cambio, acertó al definir esta cárcel como «la escuela de la muerte de los esbirros nazis», una imagen que también comparte Barbara Diestel, quien fue durante años la directora del centro de documentación del campo. «Sin Dachau, Auschwitz no habría existido», afirmó la experta al recordar la creación del primer campo de concentración. «Los secuaces nazis fueron educados para convertirse en asesinos», añadió. De hecho, en Dachau, por ejemplo, inició su carrera Rudolf Höß, el futuro comandante de Auschwitz.

Este aspecto también fue destacado estos días por el historiador de Berlín, Wolfgang Benz, quien precisó que Dachau había sido la primera probeta del sistema de exterminio masivo concebido por los nazis.

Es cierto, fue el primer campo de concentración inventado por los nazis y también fue el último en ser liberado por las tropas aliadas, el 29 de abril de 1945, un día antes del suicidio del dictador. Los expertos calculan que unas 43.000 personas murieron en Dachau, una cifra casi simbólica porque no existen estadísticas oficiales que confirmen o desmientan el balance trágico. Cuando los soldados americanos de la 42ª División de Infantería entraron en el campo, encontraron en su interior a 32.000 presos provenientes de 31 países diferentes.

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