martes, 26 de febrero de 2008

"VISADOS PARA LA LIBERTAD.DIPLOMATICOS ESPAÑOLES ANTE EL HOLOCAUSTO" SE CERRO CON UN ENORME EXITO



La Subsecretaria de Asuntos Exteriores, María Jesús Figa, fue la encargada de inaugurar una muestra elementalmente audiovisual con la que "se quiere recordar a los diplomáticos españoles en su labor humanitaria y arriesgada", para que "los hechos del pasado permitan la comprensión del presente y sirvan para preparar el futuro".

'Visados para la libertad. Diplomáticos españoles ante el Holocausto', ha reflejado la historia de unos hombres que "denunciaron la persecución racial ante su propio Gobierno, intercedieron por las víctimas ante las autoridades alemanas y los Gobiernos colaboracionistas de los países ocupados y presionaron para hacer valer la protección consular española a favor de los judíos sefardíes", reza un texto de los que han tenido cabida entre los elementos de la exposición.

Ángel Sanz Briz, Bernardo Rolland de Miota o José Rojas Moreno, entre otros, son protagonistas de un trabajo realizado con "documentos originales", como ha asegurado la historiadora Yéssica San Román.

Durante el recorrido que han podido efectuar los visitantes por la zona de facturación de Nuevos Ministerios, se ha podido ver un fragmento documental que incluye el encuentro entre los dictadores español y alemán.

A continuación, un pasillo de lonas dibuja las formas de los soldados germanos, con un sonido de marcha militar de fondo que sumerge al visitante en plena guerra.

Además, se es testigo del Holocausto a través de una película de 55 minutos de duración, con el testimonio de aquellos que lo sufrieron y que no lo han podido olvidar.

A la presentación acudió la hija de Ángel Briz, al que consideran el Oscar Schindler español y que salvó a más de 5.000 judíos de la 'Solución final' nazi.

"Al principio lo ignoraron, luego utilizaron lo que había hecho", recuerda Paloma, haciendo mención a la política que hizo el régimen franquista una vez acabada la guerra, exhibiendo la labor de sus diplomáticos como si hubiera sido respondida a un mandato oficial.

El escenario, un lugar transitado como lo es una estación de metro, denota además el simbolismo de las víctimas, que eran hacinadas en trenes y transportadas a los campos de trabajo.

Así, Metro de Madrid y Casa Sefarad-Israel se hacen eco de la humanidad que los diplomáticos españoles demostraron en contra del Gobierno, arriesgando sus vidas y usando las pocas armas que tenían para conseguir salvar 60.000 de aquellas vidas condenadas a las cámaras de gas.

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