lunes, 28 de enero de 2008

EL EGIPTOLOGO JOSE MANUEL GALAN TRABAJA EN SU SEXTA CAMPAÑA DE INVESTIGACION EN LUXOR (EGIPTO)



El filólogo y egiptólogo del CSIC José Manuel Galán esta excavando el pozo funerario de la tumba deDjehuty, un noble que ocupó altos cargos con la reina Hatshepsut, en el Antiguo Egipto.

De seguir allí, lo cual es posible, a la momia de Djehuty no le faltarían motivos para quejarse de que así es complicado conciliar un eterno descanso.

Será, probablemente, la tercera vez que su nicho es profanado en los últimos 3.500 años.

Excavar el pozo funerario, de más de seis metros de profundidad, y completar así la exploración de esta tumba es el propósito de la VII campaña arqueológica del Proyecto Djehuty, un trabajo científico de excavación, restauración y publicación de las tumbas de Djehuty y Hery, dos altos dignatarios de la corte que vivieron a comienzos de la dinastía XVIII.

La investigación, patrocinada por Caja Madrid, se desarrolla desde 2002 en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de Luxor (Egipto).

Si completa la excavación en esta campaña, el equipo dirigido por Galán, compuesto este año por 18 personas, podría dedicarse desde 2009 a la contigua tumba de Hery, la segunda gran parte del Proyecto.

En la distancia, aspiran a abrir todo el complejo al público.

El rincón profundo donde enterraron a Djehuty fue descubierto en la campaña anterior.

Galán, justo antes de partir para Egipto, lo recordaba así: “La cámara más profunda de la tumba estaba cubierta hasta el techo de escombros. Pensábamos que la entrada al pozo estaría en otra cámara, al fondo, pero no, la verdadera entrada estaba allí mismo, en el suelo”.

La egiptología se hace sobre todo en las bibliotecas.

Pero el mes y medio de trabajo en Luxor cede una rendija a la aventura.

La excavación, como el trabajo científico, será lenta y trabajosa; y los hallazgos, completando la metáfora, tampoco aparecerán por dar con un resorte secreto.

Pero la expectación es enorme.

La primera visita póstuma a Djehuty, perpetrada presuntamente por personas próximas o incluso familiares, según era frecuente, debió de suceder poco después de su enterramiento.

El fin sería recuperar las joyas que acompañaban al difunto en su viaje a la eternidad.

Los supuestos autores del segundo saqueo, a finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX, es menos probable que conocieran a Djehuty, pero la visita, de nuevo, aspiraba a dar un uso más pragmático al tesoro funerario; y estos visitantes arramplaban con todo.

Con tanto trajín, Galán no espera encontrar tesoros dorados, ni falta que parece hacerle.

“Sueño con esa entrada. Siempre hay algo interesante que encontrar. A los ladrones no les interesaban las vasijas, los vasos canopos [donde conservaban las vísceras de las momias] u objetos del ajuar funerario que a nosotros nos proporcionan mucha información valiosa”.

Tampoco se llevaron las paredes, que alojan a “la verdadera joya” arqueológica de la tumba, sus relieves.

El investigador del CSIC especula, pese a todo, con que la ubicación de la entrada al pozo y su tapón de escombros pudo protegerlo de ladrones modernos.

“Lo sabremos enseguida, otras veces hemos hallado monedas modernas, papel de fumar y hasta mazorcas de maíz”, dice.

Si cuando los días acaben y la tierra extraída en su totalidad apareció virgen, sin materiales recientes, Galán sería ya sólo el segundo visitante de Djehuty.

Dice que duda que la tumba pudiera escapar también al primersaqueo, pero admite que no es imposible.

Y no revela el contenido de su sueño.

Las campañas del ‘Proyecto Djehuty’ duran seis semanas.

El calor no permite prolongar las fechas, aunque no es la única razón, conviene saber qué se ha encontrado.

Así, el resto del año se estudia todo lo que se descubre en ese breve plazo: traducen textos, fechan cada objeto, buscan paralelos con hallazgos anteriores, para establecer su posible carácter excepcional...

Esto último le sucedió a Galán en 2004 con ‘La tabla del aprendiz’, el único retrato frontal conocido de un faraón del Antiguo Egipto.

Apareció en un pedazo de madera, utilizado miles de años atrás en una lección de dibujo.

Hoy ocupa un lugar de privilegio en el Museo de Luxor.

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